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Ejercicio y atención médica garantizan calidad de vida

Es cuestión de hormonas. Cuando éstas comienzan a fallar en el cuerpo humano aparecen, impetuosas, las dolencias.

A medida que va mermando el estrógeno en el organismo y la testosterona en el masculino, lo que ocurre mucho antes de la vejez, aumenta la incidencia de enfermedades de índole física y mental. Los síntomas de problemas coronarios y articulares, osteoporosis, diabetes, hipertensión, depresión, demencia senil o Alzheimer, entre otros, aparecen en las mujeres de alrededor de 55 años, y de hombres mayores de 60.

El doctor Rito Prado, profesor de posgrado de la materia Patología médica del anciano, internista de la clínica Santa Sofía y autor del libro Tópicos clínicos del adulto mayor, considera imprescindible el chequeo periódico de hombres y mujeres que se acercan a esta edad. Asegura que la diferencia física entre adultos mayores que se han cuidado y los que no lo han hecho es notoria y puede reflejarse en la pérdida de estatura, fragilidad ósea, capacidades cerebrales y hasta lozanía de la piel.

La vulnerabilidad de los adultos mayores se evidencia en las cifras de pacientes internados en los grandes hospitales. Según cifras que ofrece Prado, más de 50% son mayores de 60 años. Tal fragilidad se hace más dramática al toparse con una red médica poco preparada para atender a este segmento de la población, cuya salud tiene características y reacciones particulares.

De todo como en vieja botica

La lista de dolencias de la tercera edad es larga. Sin embargo, Prado parece manifestar preocupación por enfermedades cardiovasculares, óseas, mentales y depresivas.

"La aparición de problemas depresivos es frecuente porque se niegan a envejecer, viven solos, son viudos o jubilados. En este período se incrementan los suicidios, debido a las fuertes depresiones", advierte Prado.

Los ataques cardiovasculares también hacen de las suyas. "Las enfermedades coronarias están entre las principales causas de muerte y se han elevado después de los 55 años", dice el médico.

Se sufre de una cadena perversa. La pérdida de facultades genera otros problemas. Por ejemplo, la incapacidad auditiva, así sea parcial, influye en el aislamiento de la persona, que puede deprimirse y perder dinamismo mental. Las dificultades en la visión pueden derivar en arrollamientos, que son más frecuentes entre los ancianos. Y las caídas, incluso las ligeras, en fracturas de cadera.

Universal
11/12/2007

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